¡Hola
a todos! Ya está aquí septiembre y con su llegada muchos de vosotros tendréis
que decirle adiós a las vacaciones, la playa, las largas tardes de ocio con los
amigos o la familia… Pero no debéis deprimiros, hay que afrontar la llegada de
la rutina con ilusión, nuevas metas y alegría; un nuevo camino que para muchos
de vosotros se abre (la universidad, nuevo ciclo de estudios, la búsqueda de
trabajo…) y para otros el principio del fin de una etapa. Sea como sea, ¡ánimo
a todos y a por todas!
Después
de tanto tiempo alejada de toda actividad bloguera he decidido volver a la
carga con una entrada de Mundo Editorial, lo cierto es que no he tenido tiempo
de terminar ninguna lectura y las que estoy llevando a cabo me han obligado a
hablar de una figura que hoy en día considero importantísima en el mundo
literario y que os presento a continuación: el corrector.
¿Qué es un corrector?
Como
en ocasiones anteriores, empecemos con las definiciones que nos da la RAE:
3.
m.
Encargado por el Gobierno de cotejar los libros que se imprimían, para ver si
estaban conformes con su original y sacar las erratas.
No es especialmente
complicado imaginar cuál es la función de un corrector dentro de cualquier
sector. Ya sea en el mundo del periodismo, la literatura, el político, etc. la
labor de un corrector es siempre indispensable para que los textos no contengan
faltas de ortografía, errores de puntuación, falta de ritmo o mejorar el
estilo.
Posiblemente con las
nuevas tecnologías podemos relacionar más esta figura con ese programita
informático que nos revisa el texto en el procesador o con esa aplicación que
nos juega malas pasadas cuando utilizamos Whatsapp,
pero la realidad es que el corrector como profesional se me hace cada día
mucho más necesario, sobre todo en campos como el de la literatura.
La labor del corrector
literario
Se
ha tratado siempre de una figura indispensable dentro del sector editorial.
Bien forme parte de la plantilla de las editoriales o contratado de forma independiente
por un autor antes de mandar su obra a las editoriales, el corrector literario
hace acto de presencia y no ha sido hasta el boom de la autoedición cuando más se ha echado de menos.
Nos
encontramos ante una persona que conoce perfectamente la gramática de la lengua
y que está al tanto de los cambios que se producen periódicamente en esta. Va a
la caza de todas aquellas faltas de ortografía y erratas que el autor ha podido
cometer, cosa que ningún lector quiere encontrar cuando lee una obra y que
dejan al autor a la altura del betún. Además, dispone de amplios recursos para
corregir esas palabras que el autor puede repetir una y otra vez, ya sea
conscientemente o no, enriqueciendo el texto con sinónimos, economizando el
lenguaje cuando es necesario o mejorando algunas definiciones.
El
corrector literario desempeña también una de las funciones más importantes a mi
parecer para mejorar un texto: la corrección de estilo. No son pocas las
ocasiones que el argumento de una obra puede ser interesante pero la forma en
la que está escrita hace que pierda todo el atractivo: las faltas de ortografía
anteriormente mencionadas, signos de puntuación donde no corresponden, signos
de interrogación o exclamación sin abrir, comillas que no se corresponden,
guiones que no son los adecuados, etc.
Por
normal general, el corrector literario recibe el texto, ya sea en formato
digital o papel, y realiza una lectura inicial para conocer el contenido de
aquello sobre lo que va a trabajar, no es lo mismo una novela, un comunicado de
prensa o un trabajo académico. No significa que la lea entera, lo suficiente
como para conocerla y tener una primera toma de contacto. A partir de ahí, lo
normal es trabajar en papel, pues es mucho más cómodo. Los correctores suelen
realizar diferentes esquemas de trabajo, pero por norma general van realizando
anotaciones en el margen del texto con explicaciones, consejos o cambiando todo
aquello que o debería estar o cuyo posicionamiento es incorrecto (véase los
signos de puntuación).
Respecto
a las correcciones de estilo, queda bajo decisión del autor o, en segundo
plano, del editor aceptarlas, pero nunca hay que desechar la opinión imparcial
y profesional de un corrector, ellos conocen muy bien este mundo y han leído
muchísimo para saber qué puede funcionar mejor.
¿Significa
esto que corregir el estilo puede cambiar el texto o la forma de escribir de un
autor? En absoluto, corregir el estilo ayuda a mejorar al autor sobremanera, no
importa que sea veterano o principiante, siempre es bueno que realicen una
valoración profesional sobre un texto, sobre todo personas que tienen experiencia
y que se dedican a ello. Un corrector no va a desmerecer la obra en ningún caso
y puede aportar una ayuda esencial para la progresión del autor, pero siempre
respetando la forma de escribir de este y su propio estilo.
Como
conclusión, me gustaría recalcar la importancia de este sector dentro del mundo
literario, es muy significativa la calidad que gana una obra cuando ha pasado
por manos de un corrector profesional y aquellas personas que quieren dedicarse
a la escritura (ya sea por edición clásica o autoedición) deberían acudir
siempre a ellos, así como el lector exigir una obra bien escrita y sin faltas
que podrían haberse evitado.
¡Hola!
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que hayas hecho una entrada como esta, porque yo quiero hacer un par de cursos de corrección ortotipográfica y de estilo en un futuro. Así estoy más informada acerca de lo que me puedo encontrar :)
Y tienes razón, últimamente estoy encontrando varias novelas que están escritas de un modo que quita las ganas de leerlas... no sólo porque tengan erratas (al fin y al cabo una errata o dos no amargan el pastel) sino por el estilo, la puntuación...
¡Un saludo! :D
¡Hola! Muchas gracias por leer la entrada, no sabes cuanto me alegra que te haya resultado interesante y que estés interesada en el mundo de la corrección, mi intención es ampliar poco a poco información sobre las diferentes profesiones relacionadas con el mundo editorial.
EliminarLa verdad es que cada día echo más en falta una figura a mi juicio fundamental, si bien como dices una errata o dos no importan, la mala calidad de algunas ediciones da muchísimo que pensar hasta qué punto están recortando gastos en este mundillo para darnos un trabajo de mala calidad.